27 febrero 2024
Todavía es pronto para saber qué huella le va a quedar a los jóvenes de estos dos años de pandemia. Cuando uno es un chaval salir y relacionarse con otras personas de tu edad es casi una necesidad, así que para ellos fue complicado asimilar, de un día para otro, que había que confinarse en casa durante dos meses, sin ver a nadie. También fue frustrante ver que, después del encierro, la mayor parte de sus actividades de ocio estaban restringidas por medidas sanitarias que les impedían disfrutar del tiempo libre. ¿Puede dejar secuelas consecuencias este ambiente de prohibiciones y temor sanitario que han vivido durante casi dos años de su vida?
En los días de apogeo económico llegaron a La Sagra familias jóvenes, atraídas por una vivienda barata que facilitaba desarrollar un proyecto vital. Sus hijos e hijas son los que van ahora a los colegios e institutos de la comarca, pequeños y adolescentes que ahora, sin embargo, ven con cierto pesimismo el futuro y temen que es posible que vivan peor que sus padres.
El estudio de campo en 20/21 detecta numerosas variables económicas y sociales que afectan a la juventud de La Sagra. La vulnerabilidad de las familias, subrayada estos últimos años por las consecuencias económicas de la pandemia y ahora por la inflación asociada a la guerra de Ucrania, provoca una inestabilidad que afecta a los jóvenes. Por ejemplo, el rendimiento académico se puede resentir si se vive en una casa en situación de pobreza a la que le cuesta comprar libros y materiales educativos; o si dos o más hijos tienen que compartir una misma mesa de estudio; o porque en el hogar hay un ambiente tenso, por culpa del dinero, que impide la concentración en las tareas escolares.
Por otro lado, y los hijos se pueden llegar a sentir desatendidos si ven que sus padres, que se matan a trabajar para llegar a fin de mes, no tienen tiempo para ellos. Un profesional del tercer sector apunta que muchos niños de la comarca pasan solos más tiempo del que deberían y asumen responsabilidades demasiado tempranas para su edad.
Respecto a la formación, el estudio detecta la escasez de opciones en los pueblos de las dos Mancomunidades de La Sagra. No solo es que sea necesario irse a las ciudades de Castilla-La Mancha o a Madrid para estudiar una carrera, sino que hay carencias en la oferta de formación profesional y, para acceder a algunos cursos, no queda más remedio que marcharse del pueblo.
Por otro lado, hay que subrayar las dificultades para emanciparse. Hay personas que se acercan a los treinta años y siguen viviendo con sus padres porque no les queda más remedio, ya que no hay empleo de calidad para ellos. A veces en el mundo laboral se ve a los jóvenes como mano de obra barata, pero sin un salario digno será complicado que estos chavales se independicen y formen sus propias familias.
Entre los jóvenes que hemos entrevistado durante este tiempo se percibe cierto pesimismo con su futuro y una sensación de desarraigo por parte de aquellos que llegaron a La Sagra junto a sus familias, procedentes de Madrid o de otras ciudades. Son chavales que, cuando tienen tiempo libre, apenas tienen oportunidades de ocio. Su rutina consiste en sentarse en un banco y comer pipas.
En la comarca hay asociaciones que trabajan para diseñar programas para atender a estos chicos y que no estén todo el tiempo en la calle sin hacer nada. Trabajan en la socialización y también en la formación. para reenganchar a aquellos que han abandonado sus estudios de manera temprana. Una mejor educación podrá ayudarles en un futuro a encontrar un trabajo mejor y, además, le alejará de la marginalidad y de algunos grupos violentos que han aparecido en algunos municipios de La Sagra frontera con la Comunidad de Madrid.
Precisamente la aparición de estas bandas es otro de los problemas que detectamos por ser frontera a ciudades como Parla, Fuenlabrada o Villaverde. Se ha identificado en algunas zonas una situación de conflictividad social asociada al tráfico y consumo de estupefacientes. No hay que sobredimensionar el peso de estos grupos, pero tampoco conviene ignorar su influencia.
Para alejar a los chavales de este ambiente es necesario, para empezar, promover en los pueblos un ocio saludable, pero también analizar las condiciones sociales que propician que estas bandas capten a jóvenes de la comarca, para ponerles remedio.
Finalmente a la hora de la juventud también es necesario poner el foco en la salud mental, ya que los profesionales han identificado la proliferación de nuevos casos y el agravamiento de otros como consecuencia del Covid-19 y de la vulnerabilidad económica.
Los factores sociales, económicos y educativos de los que hemos hablado influyen, pero no son determinantes. El influjo de los modelos que se reflejan en las redes sociales juega también su papel, parece necesario mejorar los servicios de salud mental en la atención, aumentar el número de especialistas y trabajar en la prevención con iniciativas que hagan posible la conciliación laboral de familias que trabajan los dos, para evitar que los niños permanezcan solos en casa.
Anuario 20/21.Un relato del impacto de la pandemia elaborado por el periodista Jesús Huerta, con el apoyo de la investigación cualitativa realizada en La Sagra por la antropóloga social Elisa Parra, grabación y edición de entrevistas Magdalenas Correa y Emilio Navarro. Mas información.www.creamosfuturo.es
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